La banca: dichos y realidades

Durante años, las instituciones financieras solían referirse a las ejecuciones de hipotecas como un evento inevitable en el que todos perdían. “Nuestro negocio no es vender casas”, repetían una y otra vez.

 

No era raro que en alguno de nuestros talleres, una persona preguntara por qué el banco estaba dispuesto a subastar un hogar por debajo del valor de la deuda pero no estaba dispuesto a negociarlo así con su deudor.  Una de las respuestas a dicha interrogante que nos parecía más evidente era por la regla de la “lección aprendida”: el banco ejecuta el hogar de una familia para que las personas alrededor no dejen de pagar su propia hipoteca. 

 

Siempre supimos que las instituciones financieras no pierden con las ejecuciones. Vivimos una crisis de hipotecas, en el contexto de una gran especulación con la vivienda y con inversionistas que compran propiedades en efectivo por encima del valor de la tasación. No cabe duda de que las ejecuciones, sobre todo las de casas habitadas por familias que las cuidaban, ahora sí que dejan dinero, mucho dinero.

 

No es casualidad que mientras percibimos cierta apertura por parte de la banca en los proceso de entrega voluntaria de las propiedades; también hemos percibido a bancos muy agresivos a la hora de lograr la ejecución, como cuando Oriental Bank solicitó la ejecución de una propiedad habitada por su dueño al día siguiente de que vencieran los 30 días para responder la demanda.

 

El pasado 17 de abril de 2022, en la nota periodística “Las propiedades reposeídas ya no se venden a precio de ganga”, como parte de una entrevista a dos de los bancos principales de Puerto Rico, el reportaje comunicaba los siguiente:

 

“Hemos tenido propiedades con cientos de personas interesadas y que, por la competencia que esto genera, se han vendido por un valor sobre el precio de venta”, compartió por separado Gladys Varela, gerente de administración de la división de Mercado Digital de Propiedades de Banco Popular, DeShow.

 

Rivera atribuyó el fenómeno a que “con una propiedad reposeída cualquiera tiene acceso a hacer su oferta y el más que pueda dar se la lleva. En una venta regular, si el anuncio dice $200,000 y está opcionada, aunque alguien llame y diga ‘te doy $250,000′, no se puede hacer nada porque está opcionada”.

 

Mientras, FirstBank informó mediante un portavoz que “en el primer trimestre del año hemos notado una alta demanda de compradores cualificados, no obstante, hay una oferta limitada de propiedades disponibles para la venta”. Y esa asimetría entre demanda y oferta “hace que haya un alza en los precios de bienes raíces en algunos sectores del país”.

 

La crisis de ejecuciones de hipoteca es real; no es un invento de quienes luchamos contra ella. Quienes acompañamos a familias en riesgo o ante la pérdida de su hogar no explotamos su dolor. Muchas veces nos toca mitigarlo o atenderlo.  Al cierre del 2021, existía un inventario de 1,919 residencias reposeídas por las entidades hipotecarias. El valor de este inventario asciende a más de $144 millones. El BPPR lideró la reposesión de casas en ese periodo con 761 unidades, seguido por Firstbank con 327. Mientras algunas instituciones niegan la crisis y se celebra  una merma artificial de las ejecuciones, los bancos se lucran como nunca antes con la venta de las propiedades reposeídas. 

Hace unos años desde Ayuda Legal Puerto Rico llamamos a que se declarara una crisis hipotecaria. En aquel momento, el apoyo fue esporádico. La banca insiste en negar la crisis o en decir que la atiende por sí misma, mientras que el gobierno de forma oportunista menciona o esconde la crisis para atraer fondos de recuperación. En el medio quedan las familias. Cada día es más evidente que la crisis es una seria amenaza de desplazamiento de comunidades enteras. Ya toca atenderlo como el problema colectivo que es.

1 Comment

  1. Rita on May 3, 2022 at 9:42 am

    Qué podemos hacer nuevo para atenderlo?

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