
Temporada de huracanes con menos fondos de recuperación
El 1ro de junio de 2025 inició una nueva temporada de huracanes– la octava desde el paso del huracán María. Esta temporada, que se prevé como una activa con probabilidad de hasta cinco huracanes intensos, presenta viejos y nuevos retos: limites importantes en los fondos de asistencia, instituciones encargadas de prevenir y responder a desastres debilitadas y procesos de recuperación de los múltiples desastres de los pasados años no terminan.
Recortes a los programas federales
La capacidad de los gobiernos estatales y municipales de prevenir y responder a desastres cobra mayor relevancia esta temporada. Los fondos federales son pieza fundamental en la prevención, mitigación y respuesta a desastres en Puerto Rico. Hoy la amenaza de que los fondos federales se limitarán o perderán es real y palpable. La administración del presidente Trump ha dejado claro que su política se dirige a la limitación del envolvimiento federal en el manejo de desastres.
Los recortes al presupuesto y personal de agencias vitales en los procesos de emergencias atentan la capacidad de la población de prevenir y recuperarse de un desastre. Por un lado, Trump llama al desmantelamiento de FEMA con el fin de responsabilizar a los estados y jurisdicciones locales de la respuesta a desastres1 Véanse las órdenes ejecutivas del 24 de enero y del 19 de marzo del 2025, tituladas Council to Assess the Federal Emergency Management Agency (EO-14180) y Achieving Efficiency Through State and Local Preparedness (EO-14239).. En lo que va de año, como resultado de recortes sin precedentes, FEMA ha perdido hasta el 25% de su equipo de trabajo. FEMA anunció que su personal ya no visitará a sobrevivientes para ayudarles a presentar sus solicitudes de asistencia, una medida que claramente impacta con mayor fuerza a las comunidades ya vulnerabilizadas.
Por otro lado, la administración redujo la capacidad de las entidades encargadas de monitorear eventos climáticos. La National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), a la cual está adscrita el Servicio Nacional de Meteorología, enfrenta serias amenazas a su funcionamiento. El Presidente ha solicitado al Congreso de los Estados Unidos que reduzca el presupuesto anual de NOAA en un 25% en relación con el año pasado. Esta reducción se añade a los recortes ya implantados. El programa de cazahuracanes, un elemento esencial para predecir con mayor precisión la ruta e intensidad de los huracanes, perdió parte de su personal incluyendo dos directores de vuelo. Esto puede redundar en menos vuelos y menor certeza en los datos recopilados. El servicio meteorológico ha perdido unos 500 empleados, provocando múltiples oficinas alrededor de Estado Unidos ya no pueden operar 24 horas al día
Este nuevo escenario se une a la recuperación inconclusa.
La recuperación que no termina
La lentitud en el proceso de aprobación y construcción de los distintos proyectos representa una amenaza para las personas, comunidades y municipios que esperan una recuperación justa2id. Tras los huracanes Irma y María, Puerto Rico recibió una asignación de más de $54.7 mil millones en fondos de recuperación de FEMA, destinados a mitigación y reconstrucción3https://recovery.pr.gov/es/financial-analysis/financial-summary. A la fecha, menos de $25 mil millones han sido desembolsados. Otros fondos de FEMA han sido eliminados o redirigidos conforme a la prioridades de la nueva administración. La reducción en estos fondos limitó la capacidad del gobierno estatal de reparar las 133 escuelas resultaron afectadas por los terremotos.
Puerto Rico recibió una asignación total de $20.4 mil millones dirigidos a la recuperación a largo plazo. Los fondos CDBG-DR, administrados por el Departamento de la Vivienda, suponían llevar a las personas a la recuperación y mitigación luego del embate de múltiples desastres. A esta fecha y según COR3, sólo se han desembolsado $4 millones4id.
El programa de Reparación, reconstrucción y reubicación (R3), el principal programa para las viviendas afectadas por los desastres bajo CDBG-DR, y uno de los primeros en implantarse, sigue enfrentando retos que dificultan o incluso impiden que las personas tengan una vivienda segura. Las reparaciones y reconstrucción aunque han aumentado en los últimos años, siguen enfrentando dilaciones en el trámite, habiendo personas que han esperado– incluyendo, todavía, unas 900 que viven con techos azules– por años que se complete el proceso de construcción5 Véase por ejemplo: Véase eg Paciente de cáncer espera por la reconstrucción de su hogar bajo programa R3 | wapa.tv ;. Su casa fue reconstruida por el programa R3 pero seis meses después sigue esperando las llaves. Peor aún, la calidad de la construcción es deficiente. La reubicación, cuyo uso se ha disparado hasta sobrepasar las reconstrucciones, se ha convertido en una promesa vacía. Las familias con vales de reubicación no encuentran viviendas para mudarse. Esto no se debe, como se ha sugerido, a la falta de disposición de las personas para mudarse, sino a factores fuera de su control como el aumento en el costo de la vivienda y la falta de inventario que cumpla con los requisitos de habitabilidad impuestos por R3. La imposibilidad de hacer reparaciones menores a las estructuras con los fondos de reubicación y la acciones discriminatorias por parte de vendedores y corredores de bienes raíces que se niegan a vender a personas que reciben asistencia del Departamento limitan injustificadamente la vivienda disponible para adquirir.
Nos espera un periodo crítico con herramientas reducidas para enfrentarlo. Si ha habido un momento crítico para demostrar el uso eficiente de los fondos de recuperación y para estrategizar para una temporada llena de complejidades es éste. Vidas dependen de ello.